Paralizados los dos, esperan la apertura de la puerta. Pasan los segundos, los instantes de desconcierto, de silencio, y ella se gira de una forma muy suave. Incomprensiblemente no hay nadie al otro lado.
Moriarty y Carmine, ya en pie, de un vistazo a la sala, comprenden que están solos. ¿Cómo ha sido posible tal rapidez? Aparentemente en unos instantes aquéllos que les estaban observando han desaparecido ante sus ojos.
Moriarty: Amigo Carmine. Creo que los dos nos debemos una explicación. Ambos nos hemos dado cuenta de que ya habíamos permanecido en esta sala en otra ocasión. ¿Lo recuerdas? Tú te adentraste en la misma con una venda en los ojos acompañado por dos figuras negras. “
Carmine: ¿Entonces tú fuiste el que me leyó El Libro al que yo presté juramento?
Moriarty: Yo alcé en voz alta los Siete Parámetros del Libro. Y tú asentiste con la frase,”Juro por la Verdadera Fe.
Carmine: ¡Entonces somos verdaderamente Hermanos!
Moriarty abrazó a Carmine y volvieron a sentir la emoción de aquel día en la sala de Londres. Ambos cruzaron el umbral de la puerta.
Todo parecía aparentemente normal. Hasta se escuchaba levemente el ronroneo de coches en la calle… Y sin embargo aquel resplandor, aquella claridad que se encontraron nada más salir por el soportal, no era natural.
Desde España: José María Agüeros es abogado, trader y amante del arte.
En su faceta de escritor vocacional, cada lunes nos deleita con un nuevo capítulo de la apasionante trama de Essaouira, La Orden del Ibis Negro.