Cómo emprender te cambia la vida

Desde muy joven supe que quería emprender, quería ser la dueña de mi tiempo y de todas aquellas fantasías que vienen con emprender. Mi primera idea de negocio surgió en la universidad, por allá en el 2008, cuando hice un viaje a Argentina a especializarme en calzado a la medida con unos expertos en la materia y me quede allá unos dos años, aprendiendo de la mano de los mejores. Con esa maleta llena de ilusión y con socia en mano emprendimos el negocio que cambió mi vida.

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Primeros pasos

Emprender cambió mi vida en muchos aspectos… Era mi primera empresa, tenía una socia y un proyecto muy bonito que había construido como proyecto final de grado. Este proyecto se llamó KENKA.

Éramos una zapatería personalizada dónde diseñábamos calzado para personas que no podían encontrar zapatos fácilmente en el mercado. Y te preguntarás ¿Qué de diferente era? Bueno, principalmente me inspire en mí, una mujer en ese entonces de Veintitantos con una talla de calzado 32, como pie de niña. Y la verdad era muy absurdo comprar calzado para mí y lograr encontrarlo en esa época, que al menos se viera como de mujer.

El desafío de empreder

Con esta empresa aterricé en muchas cosas que no te enseñan en la universidad y tampoco en los centros de emprendimiento: la realidad y el desafío de emprender.

También me mostró el otro lado de la moneda, lo que es crear algo que cambie la vida de las personas. Nos unimos a los podólogos de nuestra ciudad para poder enfocar esfuerzos en desarrollar calzado ortopédico que fuera atractivo estéticamente y que sintiera chévere portar zapatos ortopédicos sin vergüenza.

Ayudamos a personas con enanismo, deformación en los pies como espolones o juanetes, entre otros. Había casos desafiantes, y es que, el gremio en el cual quería entrar era comandado por hombres, que no estaban muy contentos de que una “niña” se entrara a un negocio que había de tradición masculina. Teníamos poca ayuda, pero nosotras no nos rendimos, era algo que habíamos soñado y que estábamos haciendo realidad.

Fin de una etapa y nuevos comienzos

Nosotras trabajamos bajo pedido, al ser personalizados manejábamos muy poco volumen. En algún momento, se nos abrió una oportunidad en otro mercado para trabajar con una empresa con el objetivo de fabricar 40 pares de zapatos para un desfile, no hicimos contrato, pues ellos eran amigos de mi socia y ambas veníamos de una familia donde la palabra es la ley.

Sacamos unos préstamos, contratamos más talleres, y nos pusimos a la tarea de cumplir. Bueno, nosotras cumplimos, ellos no nos compraron los zapatos, según ellos porque no cumplían con sus expectativas; como resultado quebramos, ¿Qué hacíamos con 40 pares de zapatos talla 40 y con un alto de 13 cm? Nada, luego de 8 años, tuvimos que cerrar la empresa, y con ella quedaron muchos aprendizajes.

El aprendizaje de emprender

Para mí ese fin fue el comienzo de muchas cosas, entendí que ese negocio lo había iniciado con el deseo de ayudar a las personas, que emprender es llevar un mensaje de solución y cambio desde lo que a ti te apasiona hacer y en ese camino sin mucho en el bolsillo. Volví a empezar y a emprender muchos proyectos.

Luego a mi vida llegó el Coaching. Recuerdo mi primer día de certificación, alrededor de muchos gerentes y directores de empresas presentando sus cargos y responsabilidades, y cuando fue mi turno de presentarme, lo hice de la siguiente manera: Hola mi nombre es Natalia Restrepo y soy Diseñadora de vestuario y gráfica.

Todos se quedaron mirándome como diciendo ¿Y ella que hace aquí? Era una certificación internacional de Coaching ejecutivo y sí, termine allí porque mi familia llevaba mucho tiempo en el negocio del Coaching y a mi madre le pareció muy buena idea que conociera ese mundo que ella amaba y le producía tanta felicidad y  pasión.  Y de esto, 8 años después te puedo decir que era mi llamado.

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