Essaouira | La Orden del Ibis Negro
Capítulo XXXII


Moriarty: Debo decirte Cordelia que este libro, que es , en efecto, el Syllabus, es el enlace con la Orden del Ibis Negro. Todo aquel que pretenda pertenecer a la Orden, debe ser su salvaguarda durante al menos un año. En ese tiempo debe estudiarlo en profundidad. Podrías verlo como una fusión entre el libro y el hombre. En consecuencia, al final del proceso para el Iniciado entrante en la Orden, no necesita de la posesión física del mismo, y por ello debe transmitirlo en un acto solemne al siguiente adepto.

Hace años que yo lo mantuve en mi poder y sus conocimientos los hice míos. Una vez interorizado, lo transmití al nuevo aprendiz. Todavía recuerdo su nombre: Raimundo de Saint Claire. Un hombre joven, con inquietud salvaje por el Conocimiento verdadero. Sé por mis compañeros de orden, qué sintió la llamada por conocer los misterios de Asia. Y la última noticia que tengo es la de su despedida hacia las altas montañas del Nepal.

Cordelia: Entonces ¿Cómo es posible que esté encima de esta mesa? Debería guardarlo un nuevo aprendiz. ¿Eso significa que la transmisión se ha roto? ¿O que la misión de la Orden ha llegado a su punto final? Lo que sí me parece entender es que, este libro debe ser entregado a la persona adecuada en nuestro viaje al Vaticano. Lo que ya no sé es cómo podemos identificar a esa persona. Sabes bien amigo Moriarty, que en el Vaticano también tenemos grandes enemigos. Todos aquellos que quieren convertir en una organización democrática y desprovista del dogma divino. Como tú bien sabes, eso supone la total destrucción de la Iglesia tal y como la conocemos.

Moriarty: Así es Cordelia. El Dogma tal y como se estableció en el Concilio Vaticano I, es lo que mantiene la esencia de la Iglesia como tal. Son sus cimientos y sin ellos, su conversión en un cascarón de barro será inevitable.

Debemos partir hacia Roma. Enviar un mensaje al Cabildo interno del Vaticano. Esperar su llamada, y entregar el libro solamente a aquel Maestro que nos sea indicado. Si no lo hacemos, el derrumbe de Occidente lo veremos nosotros incluso antes que nuestros herederos.

Un fogonazo de luz surgió en la habitación de una manera inesperada. Al instante se hizo la oscuridad. Golpearon a la puerta. Al no abrirse la empujaron con violencia. Y una voz en la oscuridad les imprecó:

Guardia Vaticana. ¡Entregadnos el Libro!

¡Ahora también en audio, escúchalo tranquilamente cuando quieras o descárgatelo!

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