Cármine había sido asesinado. No cabía duda. El traje que vestía cuando se despidió de ellos estaba prácticamente encharcado de sangre. Su chaqueta había tomado un color rojizo. Como podían observar, llevaba un tiempo sobre el suelo de aquella habitación. Tanto Moriarty como Cordelia escudriñaron toda la superficie del piso. No había ninguna arma.
Moriarty: ¿Por qué no han llamado a la policía? Nuestro amigo Cármine yace en el suelo y ustedes no hacen nada por averiguar quién lo ha asesinado. ¡¡Nos conducen a este escenario y están perdiendo un tiempo precioso!!
Cordelia se acercó y se arrodilló a centímetros del rostro de su amigo. Entre otros muchos conocimientos la ciencia forense también constituía terreno conocido para ella.
Todo el grupo la observaba. La discusión se detuvo. La hendidura en el cuello le decía que un arma blanca extremadamente fina y afilada había sido la causante de la muerte. Pero a su vez, Cordelia detectó dos detalles más.
Por un lado, el asesino había actuado por detrás. La herida transversal y dirigida de izquierda a derecha. El asesino era diestro. Lo que no acababa de comprender Cordelia era el fuerte olor a azufre que desprendía la piel de Cármine.
Moriarty se acercó y le dijo al oído a Cordelia: “Ha sido bañado en azufre y después ha sido nuevamente vestido. La verdad, creo haberlo observado antes. Sin embargo ahora entiendo por qué estos caballeros no han llamado a la policía. Este asesinato es una réplica de los que sucedieron Edad Media, y más concretamente, en los juicios contra los “Heterodoxos”. Yo los creía extinguidos. Y no podía pensar que Carmine perteneciese a ellos”
El caballero que dirigía el grupo se adelantó un paso y tomó la palabra:
“Este hombre al que ustedes llaman Cármine, en realidad es Lucius Mestre. Capitán de la Guardia Vaticana, y se encontraba aquí para proteger El Secreto“.
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Desde España: José María Agüeros es abogado, trader y amante del arte.
En su faceta de escritor vocacional, cada lunes nos deleita con un nuevo capítulo de la apasionante trama de Essaouira, La Orden del Ibis Negro.